LOS PROFETAS RECONSTRUYEN
Nehemías tenía una inmensa carga porque en su tierra no había adoración, alabanza, palabra, sacerdotes, profetas, ni congregantes porque no había quien les ministrara. No había cantores, músicos, ni mucho menos oración ni familia espiritual.
“Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”. Nehemías 1:4 RVR1960
Aunque Nehemías estaba muy bien en el palacio y lo tenía todo (favor, gracia, un buen puesto, el rey lo apreciaba mucho y se preocupaba por él; no le faltaba nada) pero el pueblo estaba muriendo cada día sin Dios. Esto había sido así por años, no tenían templo donde juntarse con su familia, no había palabra, no había conexión con Dios, no había reuniones ni Grupos de Conexión. No se oía, no se aparecía, no se experimentaba a Dios de ninguna forma o medio.
En verdad, esto era peligroso para las próximas generaciones que estaban naciendo. ¿Por qué? Porque sin Dios, hay desenfreno en sus vidas. Para los profetas, esto es sufrimiento, dolor, carga y frustración. Si ellos ven altares arruinados y gente muriendo sin Dios con sed y hambre de su presencia, si no hay adoradores, no hay palabra, predicación, un pastor, un buen líder lleno de amor, si no se está haciendo lo bueno, si no se viene a Dios; entonces, el profeta siempre estará incómodo, inconforme, molesto, inquieto y triste; no estarán felices porque nacieron para traer a Dios a la tierra y llevar al pueblo hacia Dios y que sus vidas estén consagradas y conectadas con Él en una sola dirección.
¡Qué hermoso! ¡Esto es lo que hay en el corazón de un profeta para el pueblo y ellos quieren amarlos, exhortarlos, dirigirlos, corregirlos, enseñarlos, instruirlos; traerle esperanza, ánimo, fe, confianza, seguridad y entrenamiento en cada oportunidad!
Tiempo para meditar:
¿Cómo puedo identificar y responder a las necesidades espirituales en mi comunidad?
¿Qué acciones prácticas puedo tomar para ayudar a restaurar la adoración y la conexión con Dios en mi hogar y entorno?
¿De qué manera puedo ser un “reparador de portillos” en mi vida diaria y en la vida de los demás?